El psicoanalista jubilado
jueves, 9 de diciembre de 2010
Nº 11.- Paseando por el Congreso
Lo que hicieron los controladores no podía haber sido previsto por ninguna persona normal e inteligente, como bien nos muestran algunas películas sobre la mafia italiana y otras.
Cuando actúan, lo hacen precisamente en aquellos momentos y situaciones donde nadie puede pensar que actuarían. Es por eso que el daño que producen es casi siempre irreparable.
Esto lo digo porque, hoy en el Congreso, aun los políticos que están de acuerdo con las medidas tomadas por el Gobierno frente al acto salvaje de los controladores contra España, contra el Gobierno y contra 600.000 españoles inocentes, preguntan por qué el Gobierno no pudo prever semejante situación.
El jueves, a la mañana, tuve la suerte o la desgracia de encontrarme con un grupo de controladores en un café.
Hablaban en voz alta de que tenían que defender sus derechos.
Me acerqué a ellos y les pregunté:
-¿No irán a hacer ninguna protesta ni ningún movimiento sindical justo en el puente más largo del año?
Y dos de ellos me contestaron:
-¿Pero no, señor, qué cree que somos criminales?
-No, no, de ninguna manera.
Pagué mi café y seguí haciendo mis cosas pero, caminando, recordé un pasaje de El padrino donde uno de los capos fue preguntado por su mujer si tenía que ver con los asesinatos últimos, y el tipo contestó sin tapujos:
-Querida ¿qué crees, que soy un asesino?
Y yo, que soy muy normal y muy inteligente, a pesar de la similitud de los hechos descarté la idea por absurda.
El psicoanalista jubilado
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