Hoy me “siento” con poco ánimo para escribir.
Aunque sin mucho ánimo, hoy tengo algunas cuestiones.
Todos sabemos que un hombre cuando habla dice una cosa y luego dice otra cosa, pero los hechos no son tan lábiles como las palabras.
Un hombre cuando habla hasta puede mentir, decir que ama a una persona que no ama y lo contrario. En cambio, los hechos no mienten.
Ejemplo: los controladores, al actuar, hicieron perder al país cuatrocientos treinta millones de euros y destruyeron de manera poco elegante las vacaciones y las obligaciones contraídas de miles y miles de ciudadanos.
Frente a esta materialidad y después que el Gobierno se vio obligado a la militarización del colectivo, los controladores piden perdón a la población afectada y dicen que no son los únicos culpables y algunos hasta lloran porque se sienten presionados.
Ustedes se dan cuenta qué horror sería juzgar a los criminales por lo que sean capaces de decir después de cometido el crimen, del cual se tienen pruebas materiales de su culpabilidad. Estarían presos y condenados a muerte los inocentes y los criminales pasearían en libertad por las calles de la ciudad y seguirían cometiendo más crímenes.
Los poderosos del PP y todo el Gobierno Valenciano son una prueba material de esta sinrazón.
El Estado de ánimo español debería, de la misma manera que no deja presentarse a las elecciones a ciertos grupos sospechosos, debería prohibir absolutamente presentarse a elecciones a los corruptos (con pruebas policiales contra ellos) aunque no hayan sido declarados culpables, ya que sabemos que existen jueces corruptos, sobre todo el amigo del presidente de la Comunidad Valenciana.
Los secretos, no tan secretos, que hablan de Zapatero y su entorno, si no fuera por lo que dicen los periodistas españoles (24 h y CNN+) antes de dar a conocer los semisecretos, se deberían tomar como un alago al Gobierno español.
Zapatero, un lince y muy bien formado en los temas importantes. Rubalcaba, directamente encantador. Blanco, que no te mira a los ojos pero conoce a fondo la política y el alma de todos aquellos que no mira a los ojos. Moratinos les gritaba a los embajadores pero en un mundo sometido a la sinrazón norteamericana, gritarle a los representantes del estado de ánimo norteamericano puede ser considerado un halago.
Y a pesar del consabido machismo de los norteamericanos cuando hablan de las mujeres del Gobierno, lo hacen con respeto y cierto grado de admiración.
Hablando del machismo que en España es muy grande y que muchas mujeres comparten, no puedo entender por qué insisten en hablar de violencia de género cuando, en realidad, se trata de crímenes pasionales.
El psicoanalista jubilado
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