miércoles, 2 de febrero de 2011

CULTURA

Martes, 1 de febrero de 2011

Presentación del libro "Los papelitos secretos del estado de ánimo" de Psicoanalista Jubilado Emparte

 
Por Norma Menassa
Casi 100 páginas editadas de recortes, papelitos volando sin ningún anclaje válido, recogidos de noticias que nos llegan diariamente y que distraen el destino de los días, creando tendencias que marcan agenda diaria del curso de los acontecimientos para toda la prensa, y que les da a los empresarios la ilusión de un poder, falto de verdadero poder, es decir pura provocación.

El mundo no se puede dirigir, por lo menos en una sola dirección, y este empecinamiento fue posiblemente lo que llevó al autor, en el ejercicio de su oficio de lector de almas, de psicoanalista y poeta, largo oficio en el que cumple medio siglo, a dejar registro en este libro de una época que pide a gritos un giro de veleta para apuntar a otros caminos más transitables para la humanidad.

Papelitos del estado de ánimo, donde la palabra estado ha perdido sus mayúsculas derribando una estructura de origen social para convertirla en un estado de frases perdidas, lanzadas como grandes titulares en donde se falsifican los verdaderos contenidos.

La provocación al poeta ha tenido sus efectos y este libro, cuidado en sus formas con toda la delicadeza de cualquier obra escrita, deja constancia de lo que podría ser de otra manera, y es a través de sus otras respuestas posibles, que nos abre el abanico de preguntas sobre las que me desplegaré, y sobre las que el autor posiblemente haya centrado su intención de leer de otra manera y dar lugar a lo que podría llegar a ser un nuevo periodismo.

Hay un agradecimiento en la contraportada, a todos los medios que obraron como materia prima para que el autor pudiese poner a consideración de todos los lectores, una otra manera de leer la realidad, que estaría más cerca de lo humano que de la ideología imperante, la que improductivamente le impone un destino de pequeños trozos de vida. Leyendo los periódicos y las noticias el autor nos lleva a interrogarnos:

¿Y si el periodismo es también escritura ¿no sería conveniente que incluyese la posibilidad poética como otro orden dentro de la transmisión de los acontecimientos de la vida cotidiana, que son los que cuentan la historia de los pueblos?

¿Porqué tanta adicción al fragmento? Nos hacen destinatarios tan sólo de pedazos de hombre, de pequeños trozos de vida, como si fuese posible cortar el hombre y la tierra, el mar y el cielo. Sólo nos llegan voces sutiles que hablan de una parte de lo que será nuestra historia, y sucumben bajo un dedo que tiene como joya la censura, todo el universo que es el lecho donde el hombre sobrevive, y encuentra la belleza, las estrellas, las montañas, el mar, las selvas, los días, las noches.

Todo se ha olvidado y en esa reducción las guerras son vividas dentro de la piel de algunos, o apenas unos pasos más allá de ella. Todo queda reducido a una dialéctica donde el brazo derecho está en contra del brazo izquierdo, la materia contra el espíritu, la realidad contra el sueño y el sueño contra la realidad.

Hay una detención en el pensamiento de los que tienen como misión transmitir los acontecimientos, y esto no es nada más que un intento de escapar del lenguaje, que es lo que también se escribe, y que en sus manos se transforma en una escritura opaca, lisa, que ha perdido la posibilidad de otras lecturas que puedan incluir al hombre entero.

Hay una soberbia en los discursos periodísticos por que crean un discurso monolítico, como si fuese un canario monocorde y con ello sepultan con una falsedad, la verdadera lengua de hombre, tocada por la pasión, que intenta siempre romper las limitaciones, siempre renovando las fronteras.

Ya también llega un momento donde se impone la protesta y un derecho a réplica alza su voz para decir ¡Basta! Basta de la gran palabra que se mueve únicamente adentro de sus vientres, porque no saben revelarla. Basta de secretos, que deje de estar encarcelada esa palabra que no pecó sino de autenticidad, esa palabra que será el clamor del hombre en el infinito, que será el alarido de los continentes, el canto del hombre realizando su gran sueño, el canto total del hombre.

La voz de una civilización aún no nacida está pidiendo permiso de existencia, un advenimiento de lo que pertenece al hombre, sucumbido por el mismo hombre, la voz de un mundo de ellos y no de clases, una voz que pertenezca al total de la humanidad y no a cierto clan de poderosos que intentan sacar al periodismo fuera de las leyes de la escritura y al escritor de su lugar de especialista de un oficio, que es un oficio de hombre y no un oficio de razones, y por lo tanto como cualquier razón, digna de desconfianza.

La lengua pide su lugar, no puede ser reducida a una pequeñez, si en el principio era el verbo creador, ¿por qué esta mezquindad pegada a lo corporativo, que dio por resultado el espionaje y otros males donde el escamoteo borra los continentes, los cielos embrujados, los cantos de una nueva conciencia?

Señores periodistas: escuchad la alerta que este libro sugiere, no esperéis que el mundo os vuelva las espaldas.

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