lunes, 3 de enero de 2011

Ser o no ser, fumar o no fumar, esa es la cuestión

3 de enero de 2011


SANIDAD


El tabaco es uno de los pocos productos que no están regulados. Los alimentos tienen que llevar una lista de ingredientes, la ropa lleva etiquetas de composición, los aparatos eléctricos han de estar homologados… pero el tabaco no está sometido a ningún tipo de regulación.

Por eso tenemos que acudir a lo que entidades gubernamentales, españolas o extranjeras, o bien laboratorios de investigación, han encontrado en los cigarrillos. Se han descubierto cerca de 4.000 substancias químicas en el tabaco y al menos, 40 de ellas son cancerígenas para el hombre.

Amoníaco                   Componente de los productos de limpieza
Arsénico                     Veneno contenido en los raticidas.
Butano                        Combustible doméstico
Cianuro                       Empleado en la cámara de gas.
Formaldehído               Conservante
Metano                        Combustible utilizado en cohetes espaciales.
Cadmio                        Presente en baterías.
Monóxido de carbono   Presente en el humo de escape de los coches

Alquitrán: Es la sustancia oscura y pegajosa encargada de llevar la nicotina y demás productos químicos del tabaco hasta nuestros pulmones. Podríamos decir que es el vehículo en el que todos los venenos presentes en el cigarrillo, viajan hacia nuestro torrente sanguíneo.

Benceno, Radón y demás basura: Son productos químicos que nunca querríamos que estuviesen en nuestra casa, ya que causan cáncer. Está prohibido utilizarlos como componentes de artículos de uso doméstico: imaginemos el efecto que conseguimos inhalándolos.

Nicotina: Es sólo una más de las sustancias peligrosas de los cigarrillos. Pero además es la responsable de que el tabaco sea tan adictivo. Los estudios científicos han demostrado que la nicotina crea la misma adicción que la heroína o la cocaína.

A los 7 segundos de dar una calada, la nicotina alcanza nuestro cerebro. Esta droga actúa sobre unos receptores causando el “subidón” que nuestro cuerpo experimenta. Esto dispara varias respuestas en nuestro organismo: nuestro ritmo respiratorio y cardíaco aumenta y nuestros vasos sanguíneos se contraen.

En el momento que apagamos el cigarro, es cuando mayor índice de nicotina tenemos en sangre. A la media hora, el nivel ha descendido notablemente y comenzamos a sentir los síntomas de adicción. Los síntomas que se sienten entre un cigarrillo y el siguiente (un pequeño “síndrome de abstinencia”) causados por las bajadas y subidas del nivel de nicotina, hacen que padezcamos a su vez bajadas y subidas de estrés y ansiedad.

Para evitar esas subidas y bajadas necesitamos que el espacio entre un cigarrillo y el siguiente sea cada vez menor. Por eso es tan raro encontrar fumadores que consuman menos de una cajetilla al día.

La nicotina actúa como vasoconstrictor, lo que significa que disminuye el diámetro, la luz de nuestras venas y arterias. Esto hace que la sangre tenga más dificultad para circular por nuestro organismo. A su vez, provoca un aumento de la tensión arterial y fuerza al corazón a trabajar más (este es el origen de las enfermedades cardíacas).

Como conclusión a este resumen diremos que el humo del tabaco es, de entre las sustancias a que estamos expuestos diariamente, una de las más peligrosas.

La marihuana hace efectos aunque no se la fume:

El Cannabis o cáñamo (Cannabis sativa), en sus distintas variedades, se utiliza desde hace miles de años para la producción de fibra y por sus efectos psicoactivos y terapéuticos. Hay constancia de su uso para el tratamiento del reuma, la gripe y el paludismo en los tratados médicos chinos de 2700 a .C. Fue introducido en Europa en el siglo XIII. Hasta el siglo XXIX el Cannabis fue uno de los preparados usados habitualmente en medicina como anticonvulsivo, analgésico, ansiolítico y antiemético.

Diversos organismos han revisado la eficacia del Cannabis y los cannabinoides, entre los que destacan el Comité Científico de la Cámara de los Lores británica (1997) y el Institute of Medicine norteamericano (1999). La indicación mejor documentada es la profilaxis y el tratamiento del síndrome de anorexia-caquexia en pacientes con sida o ciertos tipos de cáncer Terminal, en el tratamiento del dolor, en el de la espasticidad muscular y otros síntomas de la esclerosis múltiple, en las lesiones medulares, alteraciones del movimiento (discinesias, epilepsia, corea de Huntington, enfermedad de Parkinson y el síndrome de Gilles de la Tourette ), el glaucoma, el prurito por colestasis y como broncodilatador en pacientes con asma.

Y si usted está sano, totalmente sano, la marihuana le prestará la imaginación que usted ha perdido para estar tan sano sin trastornos secundarios.

Si a esta altura del artículo prefiere seguir fumando tabaco su caso sólo se puede resolver con psicoanálisis.

Valor nutritivo de la marihuana:

Antes de nada hay que aclarar que la semilla del cannabis no contiene THC y que por tanto su consumo no implica psicoactividad alguna.

La semilla del Cannabis contiene todos los aminoácidos y ácidos grasos esenciales para mantener en buen estado de salud el cuerpo humano.

No existe en el reino vegetal otra planta que proporcione una nutrición proteínica tan completa y que sea tan digestiva a la vez. El cuerpo humano necesita para poder sobrevivir 45 nutrientes, que por otro lado, nuestro organismo no produce, 22 minerales, 13 vitaminas, 8 aminoácidos y 2 ácidos esenciales.

No hay ninguna comida por sí sola que contenga todos estos nutrientes a la vez, pero la semilla del Cannabis posee los 8 aminoácidos necesarios y el aceite que se extrae de la misma es una de las mejores fuentes conocidas con los dos ácidos grasos esenciales. Este aceite contiene gran cantidad de vitamina A y E, además de ser un poderoso antioxidante.


Psicoanalista, jubilado en parte






















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